Oración Matutina Diaria
Recibirán poder, cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo, y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8
Invitatorio y Salterio
Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!
La tierra es del Señor, pues él la hizo: vengan y adorémosle.
Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!
Salmo 119:145-176
Cof
Clamo con todo mi corazón; *
respóndeme, oh Señor, y guardaré tus estatutos.
A ti clamo; ¡oh, que tú me salvaras! *
Guardaré tus decretos.
Me anticipo al alba, pidiendo socorro, *
porque en tu palabra espero.
Velan mis ojos en las vigilias de la noche, *
para meditar en tu promesa.
Escucha mi voz, oh Señor, conforme a tu misericordia; *
según tus juicios, vivifícame.
Se acercan los que me persiguen con malicia; *
están muy lejos de tu ley.
Cercano estás tú, oh Señor, *
y todos tus mandamientos son verdad.
Por tus decretos hace mucho he sabido *
que los has establecido para siempre.
Resh
Mira mi humillación y líbrame, *
porque no olvido tu ley.
Defiende mi causa y redímeme; *
dame vida conforme a tu promesa.
Lejos está de los malvados la salvación, *
porque no estudian tus estatutos.
Grande es tu compasión, oh Señor; *
preserva mi vida conforme a tus juicios.
Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, *
mas de tus decretos no me he apartado.
Veo a los infieles, y me disgusto, *
porque no han guardado tu palabra.
¡Mira, oh Señor, cómo amo tus mandamientos! *
Por tu misericordia, preserva mi vida.
La esencia de tu palabra es la verdad; *
eternos son todos tus justos juicios.
Sin
Príncipes me han perseguido sin causa, *
pero mi corazón teme tu palabra.
Me regocijo tanto en tu promesa *
como el que halla muchos despojos.
La mentira aborrezco y abomino, *
pero tu ley yo amo.
Siete veces al día te alabo, *
a causa de tus justos juicios.
Mucha paz tienen los que aman tu ley, *
y no hay para ellos tropiezo.
Tu salvación he esperado, oh Señor, *
y he cumplido tus mandamientos.
He guardado tus decretos, *
y los he amado en gran manera.
He guardado tus mandamientos y tus decretos, *
porque todos mis caminos están delante de ti.
Tau
Llegue mi clamor delante de ti, oh Señor; *
dame entendimiento conforme a tu palabra.
Entre mi súplica en tu presencia; *
líbrame conforme a tu promesa.
De mis labios brotará tu alabanza, *
cuando me enseñes tus estatutos.
Cantará mi lengua de tu promesa, *
porque todos tus mandamientos son justos.
Esté tu mano pronta para socorrerme, *
porque tus mandamientos he escogido.
Ansío tu salvación, oh Señor, *
y tu ley es mi delicia.
Viva mi alma para alabarte, *
y tus juicios me ayuden.
Me extravié como oveja perdida; *
busca a tu siervo porque no olvido tus mandamientos.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Las Lecciones
Jueces 18:16-31
Mientras tanto los seiscientos danitas armados estaban parados frente a la puerta. Los cinco hombres que habían ido a explorar el territorio subieron, entraron en la casa, tomaron el ídolo, el efod, los terafim y la estatua de bronce. El sacerdote estaba en la puerta de la casa con los seiscientos hombres armados. Al ver a los cinco hombres que entraban en la casa de Micá, y que tomaban el ídolo, el efod, los terafim y la estatua de bronce, el sacerdote les dijo: «¿Qué hacen?» Le respondieron: «¡Cállate! Ponte la mano en tu boca y ven con nosotros: serás para nosotros un padre y un sacerdote. ¿Qué es mejor para ti, ser el sacerdote de un solo hombre en su casa, o ser el sacerdote de toda una tribu, de todo un clan de Israel?» El sacerdote se sintió muy feliz. Tomó el efod, los terafim, el ídolo y la estatua de bronce y se fue con todos esos hombres. Al reiniciar la marcha, pusieron en la vanguardia a los niños, el ganado y el equipaje. Cuando ya estaban lejos de la casa, los vecinos de Micá se juntaron y se lanzaron en persecución de los danitas, gritando detrás de ellos. Los danitas se dieron vuelta y dijeron a Micá: «¿Qué significa ese tropel?» Les respondió: «¡Ustedes me quitaron los dioses que me había hecho, tomaron a mi sacerdote y se fueron! ¡No me queda nada! Y todavía me preguntan ¿qué pasa?» Los danitas le dijeron: «¡Déjate de gritarnos, pues algunos de nuestros hombres po drían enojarse y abalanzarse sobre ustedes; y tú y tu familia podrían dejar aquí su pellejo!» Los danitas prosiguieron su camino y Micá, al ver que ellos tenían más fuerza, dio media vuelta y regresó a su casa. Los danitas se llevaron todo lo que se había hecho Micá junto con el sacerdote que estaba en su casa, y se dejaron caer en Lais sobre una población tranquila y confiada. Pasaron a cuchillo a todo el mundo y quemaron la ciudad. No hubo nadie que la socorriera pues Sidón quedaba lejos y no tenían relación con nadie. La ciudad efectivamente se encuentra en la llanura en dirección a Bet-Rejob. La reconstruyeron y se instalaron allí. Pusieron a la ciudad el nombre de Dan, en memoria de su padre Dan, hijo de Israel; pero antes la ciudad se llamaba Lais. Los danitas instalaron allí al ídolo por su cuenta, y Yonatán, hijo de Guersón, hijo de Moisés, y sus hijos, fueron sacerdotes para la tribu de Dan hasta el día de la deportación. Instalaron en medio de ellos al ídolo que Micá había hecho y esto duró tanto como la casa de Dios en Silo.
Tercer Cántico de Isaías Surge, illuminare
Isaías 60:13, 11a, 14c, 18-19
Surge, ilumina, pues ha llegado tu luz, *
y la gloria del Señor sobre ti ha amanecido.
Mira cómo las tinieblas cubren la tierra, *
y densa oscuridad a los pueblos.
Mas sobre ti amanece el Señor, *
y su gloria aparece sobre ti.
Correrán las naciones a tu luz, *
y los reyes a la claridad de tu alborada.
Abiertas de continuo estarán tus puertas; *
ni de día ni de noche se cerrarán.
Te llamarán la Ciudad del Señor, *
la Sión del Santo de Israel.
No se oirá más de violencia en tu tierra, *
ni de ruina o destrucción en tus fronteras.
Llamarás a tus murallas, Salvación, *
y a tus puertas, Alabanza.
El sol no será para ti ya más tu luz del día, *
ni de noche necesitarás el lustre de la luna.
Tendrás al Señor por luz eterna, *
y tu Dios será tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Hechos 8:14-25
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén tuvieron noticia de que los samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, ya que todavía no había descendido sobre ninguno de ellos y sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Pero entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo. Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se transmitía el Espíritu, les ofreció dinero, diciendo: «Denme a mí también ese poder, de modo que a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.» Pedro le contestó: «¡Al infierno tú y tu dinero! ¿Cómo has pensado comprar el Don de Dios con dinero? Tú no puedes esperar nada ni tomar parte en esto, porque tus pensamientos no son rectos ante Dios. Arrepiéntete de esa maldad tuya y ruega al Señor que perdone tus intenciones, ojalá lo haga. Por que en tus caminos solamente veo amargura y lazos de maldad.» Simón respondió: «Rueguen ustedes al Señor por mí, para que no venga sobre mí nada de lo que han dicho.» Pedro y Juan dieron testimonio y, después de predicar la Palabra del Señor, volvieron a Jerusalén. Por el camino evangelizaron varios pueblos de Samaría.
Cántico de Zacarías Benedictus Dominus Deus
San Lucas 1:68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, *
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
Suscitándonos un poderoso Salvador *
en la casa de David su siervo,
Según lo había predicho desde antiguo *
por boca de sus santos profetas.
Es el Salvador que nos libra de nuestros enemigos,
y de la mano de todos los que nos odian,
Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, *
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán;
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos, *
le sirvamos con santidad y justicia
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, *
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, *
Anunciando a su pueblo la salvación, *
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, *
nos visitará el sol que nace de lo alto,
Para iluminar a los que viven en tinieblas y
en sombra de muerte, *
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.
Plegarias
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.
A
Señor, muéstranos tu misericordia;
Y concédenos tu salvación.
Reviste a tus ministros de justicia;
Que cante tu pueblo de júbilo.
Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
Porque sólo en ti vivimos seguros.
Protege, Señor, a esta nación;
Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
Que se conozcan en la tierra tus caminos;
Y entre los pueblos tu salvación.
Señor, que no se olvide a los necesitados;
Ni se arranque la esperanza a los pobres.
Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
Y susténtanos con tu Santo Espíritu.
Dios omnipotente, por nosotros entregaste a tu Hijo único como sacrificio por los pecados y como ejemplo de vida piadosa: Danos gracia para recibir con gratitud los frutos de su obra redentora, y seguir de día en día las huellas benditas de su santísima vida; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.
Puede seguir intercesiones y acciones de gracias
Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.
Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14
Oficio para el Mediodía
Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!
Salmo 126 In convertendo
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, *
éramos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenó de risa, *
y nuestra lengua de gritos de alegría.
Y decían entre las naciones: *
"Ha hecho el Señor proezas con ellos".
Proezas ha hecho el Señor con nosotros, *
y estamos sumamente alegres.
Tú, oh Señor, has cambiado nuestra suerte, *
como los torrentes del Neguev.
Los que sembraron con lágrimas, *
con gritos de alegría segarán.
Los que van llorando, llevando la semilla, *
volverán entre cantares, trayendo sus gavillas.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi Nombre entre las naciones, dice el Señor de los ejércitos. Malaquías 1:11
Demos gracias a Dios.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.
Bendito Salvador, en esta hora colgabas en la cruz, extendiendo tus brazos amorosos: Concede que todos los pueblos de la tierra miren hacia ti y sean salvos; por tu entrañable misericordia. Amén.
Se puede ofrecer intercesiones libres.
Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.
Oración Vespertina Diaria
Ascienda mi oración como incienso ante tu presencia, el alzar de mis manos como el sacrificio vespertino. Salmo 141:2
Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.
Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.
Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!
Luz Alegrante Phos hilaron
Luz alegrante,
claridad pura del sempiterno Padre celestial,
Jesucristo, santo y bendito:
Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
y nuestros ojos miran la luz vespertina,
te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.
Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
con voces gozosas,
oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
por tanto te glorifica el universo entero.
Salmo 128
¡Dichosos todos los que temen al Señor; *
y andan en sus caminos!
Comerás el fruto de tu trabajo; *
dicha y prosperidad tendrás.
Tu mujer será como parra fecunda
en medio de tu casa, *
tus hijos como renuevos de olivo
alrededor de tu mesa.
Así será bendecido el hombre *
que teme al Señor.
Bendígate el Señor desde Sion, *
y veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
Que veas los hijos de tus hijos, *
y la paz sea sobre Israel.
Salmo 129
"Mucho me han oprimido desde mi juventud", *
diga ahora Israel;
"Mucho me han oprimido desde mi juventud, *
mas no prevalecieron contra mí".
Sobre mis espaldas araron los aradores, *
y alargaron sus surcos.
El Señor, el Justo, *
ha cortado las coyundas de los malvados.
Sean avergonzados y vueltos atrás *
cuantos aborrecen a Sión.
Sean como la hierba de los tejados, *
que se marchita antes que se le segue;
Que no llena la mano del segador, *
ni el pecho del que ata las gavillas;
De modo que los que pasan ni siquiera dicen:
"Bendígate el Señor. *
Te deseamos buena suerte en el Nombre del Señor".
Salmo 130
De lo profundo, oh Señor, a ti clamo;
Señor, escucha mi voz; *
estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica.
Si tú, oh Señor, notares los delitos, *
¿quién, oh Señor, podrá mantenerse?
Mas en ti hay perdón, *
por tanto serás venerado.
Aguardo al Señor; le aguarda mi alma; *
en su palabra está mi esperanza.
Mi alma aguarda al Señor,
más que los centinelas a la aurora, *
más que los centinelas a la aurora.
Oh Israel, aguarda al Señor, *
porque en el Señor hay misericordia;
Con él hay abundante redención, *
y él redimirá a Israel de todos sus pecados.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
San Juan 6:1-15
Después Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, cerca de Tiberíades. Le seguía un enorme gentío a causa de las señales milagrosas que le veían hacer en los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús, pues, levantó los ojos y, al ver el numeroso gentío que acudía a él, dijo a Felipe: «¿Dónde iremos a comprar pan para que coma esa gente?» Se lo preguntaba para ponerlo a prueba, pues él sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo.» Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es esto para tanta gente?» Jesús les dijo: «Hagan que se siente la gente.» Había mucho pasto en aquel lugar, y se sentaron los hombres en número de unos cinco mil. En tonces Jesús tomó los panes, dio las gracias y los repartió entre los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que han sobrado para que no se pierda nada.» Los recogieron y llenaron doce canastos con los pe da zos que no se habían comido: eran las sobras de los cinco panes de cebada. Al ver la señal que Jesús había hecho, los hombres decían: «Este es sin duda el Profeta que había de venir al mundo.» Jesús se dio cuenta de que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y nuevamente huyó al monte él solo.
Cántico de María Magnificat
San Lucas 1:46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su Nombre es santo.
Su misericordia llega a sus fieles, *
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo; *
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos, *
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes, *
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, *
acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, *
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.
Plegarias
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.
Que esta noche sea santa, buena y pacífica,
Te rogamos, Señor.
Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,
Te rogamos, Señor.
Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,
Te rogamos, Señor.
Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,
Te rogamos, Señor.
Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.
Te rogamos, Señor.
Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,
Te rogamos, Señor.
Dios omnipotente, por nosotros entregaste a tu Hijo único como sacrificio por los pecados y como ejemplo de vida piadosa: Danos gracia para recibir con gratitud los frutos de su obra redentora, y seguir de día en día las huellas benditas de su santísima vida; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
Oh Dios, tú eres la vida de los que viven, la luz de los fieles, la fortaleza de los que trabajan, y el descanso de los muertos: Te damos gracias por las bendiciones del día que termina, y humildemente te suplicamos nos des tu protección durante la noche que comienza. Llévanos en seguridad hasta las horas del alba; por aquél que murió y resucitó por nosotros, tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo. Amén.
Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.
Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.
Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.
Acción de Gracias en General
Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.
Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21
Oficio de Completas
El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.
Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;
Que hizo el cielo y la tierra.
Confesión
Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:
Hemos pecado contra ti,
por nuestra propia culpa,
por pensamiento, palabra y obra,
y por lo que hemos dejado de hacer.
Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,
perdona nuestras ofensas
y concédenos que te sirvamos
en novedad de vida,
para gloria de tu Nombre. Amén
Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.
Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!
Salmo 4 Cum invocarem
Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia; *
cuando estaba en angustia, tú me libraste;
ten misericordia de mí, y escucha mi oración.
"Mortales, ¿hasta cuándo volverán mi honra en infamia, *
amarán la vanidad, y buscarán la mentira?"
Sepan, pues, que el Señor ha escogido a los fieles para sí; *
el Señor oirá cuando yo a él clamare.
Tiemblen y no pequen; *
mediten en su corazón estando en su cama, y callen.
Ofrezcan sacrificios rectos, *
y confíen en el Señor.
Muchos son los que dicen: "¿Quién nos mostrará el bien?" *
Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro.
Tú diste alegría a mi corazón, *
mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
En paz me acostaré, y en seguida dormiré; *
porque sólo tú, oh Señor, me haces vivir seguro.
Salmo 134 Ecce nunc
Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *
los que de noche están de pie en la casa del Señor.
Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *
El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
El Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, les haga aptos en toda obra buena para que hagan su voluntad, haciendo él en ustedes lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Hebreos 12:20-21
Demos gracias a Dios.
Puede cantarse un himno adecuado para la noche.
En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;
Escóndenos bajo la sombra de tus alas.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.
Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.
Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.
Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
conforme a tu palabra, en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
a quien has presentado ante todos los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones, *
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.
Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.
Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.
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