31.7.14

Jueves, Propio 12


Oración Matutina Diaria

Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 15:57

Invitatorio y Salterio

Señor, abre nuestros labios.
Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

La tierra es del Señor, pues él la hizo: vengan y adorémosle.

Venite Salmo 95:1-7
Vengan, cantemos alegremente al Señor; *
aclamemos con júbilo a la Roca que nos salva.
Lleguemos ante su presencia con alabanza, *
vitoreándole con cánticos;
Porque el Señor es Dios grande, *
y Rey grande sobre todos los dioses.
En su mano están las profundidades de la tierra, *
y las alturas de los montes son suyas.
Suyo el mar, pues él lo hizo, *
y sus manos formaron la tierra seca.
Vengan, adoremos y postrémonos; *
arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor;
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. *
¡Ojalá escuchen hoy su voz!

Salmo 71
En ti, oh Señor, me he refugiado; *
no sea yo avergonzado lamas.
En tu justicia, líbrame y rescátame; *
inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve; *
tú eres mi risco y mi fortaleza.
Dios mío, líbrame de la mano del malvado, *
de las garras del malhechor y opresor;
Porque tú, Señor Dios, eres mi esperanza, *
mi confianza desde mi juventud.
En ti he sido sustentado desde el vientre;
desde el seno de mi madre has sido mi vigor; *
de ti será siempre mi alabanza.
Portento he sido a muchos, *
mas tú eres mi refugio y fortaleza.
Sea llena mi boca de tu alabanza, *
y de tu gloria todo el día.
No me deseches en la vejez; *
cuando mi fuerza se acabare, no me desampares;
Porque mis enemigos hablan contra mí, *
y los que acechan mi vida conspiran.
Dicen: "Dios lo ha desamparado; *
persíganlo y agárrenlo,
porque no hay quien lo defienda".
Oh Dios, no te alejes de mí; *
Dios mío, apresúrate a socorrerme.
Sean avergonzados y deshonrados mis adversarios; *
queden cubiertos de desdén e improperio
los que buscan mi daño.
Mas yo con paciencia siempre esperaré, *
y te alabaré más y más.
Mi boca pregonará tus proezas
y tus hechos salvíficos todo el día, *
aunque no puedo enumerarlos.
Comenzaré con las proezas del Señor Dios; *
haré presente tu fidelidad, sólo la tuya.
Oh Dios, me has enseñado desde mi juventud, *
y aun hoy relato tus maravillas.
Ahora en la vejez y lleno de canas,
no me desampares, oh Dios, *
hasta que dé a conocer tu fortaleza a esta generación,
y tu poder a los que han de venir.
Tu justicia, oh Dios, alcanza hasta los cielos; *
has hecho proezas;
¿quién como tú, oh Dios?
Tú me has hecho ver muchas angustias y males, *
pero volverás a darme vida,
y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.
Aumentas mis fuerzas más y más; *
me abrazas y me consuelas.
Por tanto, te alabaré con lira por tu lealtad,
oh Dios mío; *
te cantaré con arpa, oh Santo de Israel.
Mis labios cantarán con júbilo,
cuando toque para ti, *
y también mi alma, la cual redimiste.
Mi lengua proclamará tu justicia todo el día, *
porque están avergonzados y deshonrados
los que buscaban mi vida.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Las Lecciones

Jueces 4:4-23
En aquel tiempo, la profetisa Débora, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel. Se sentaba bajo la Palmera de Débora, entre Rama y Betel, en la montaña de Efraín, y los israelitas subían donde ella para obtener justicia. Mandó a buscar a Barac, hijo de Abinoam, de Cadés en Neftalí. Le mandó a decir: «Esta es la orden de Yavé, el Dios de Israel: Dirígete al monte Tabor y recluta a diez mil hombres entre los hijos de Neftalí y los hijos de Zabulón. Yo atraeré hacia ti en el torrente de Quisón a Sísera, jefe del ejército de Yabín, junto con sus carros y todos sus hombres, y lo pondré en tus manos». Barac le respondió: «Si vienes conmigo iré, pero si no vienes no iré». Ella le dijo: «Muy bien, iré contigo, pero estás empezando mal, y la gloria de esta expedición no será para ti; Yavé pondrá a Sísera en manos de una mujer». Se levantó pues Débora y Barac partió con ella rumbo a Cadés. En Cadés Barac reunió a Zabulón y a Neftalí, y lo siguieron diez mil hombres. Débora iba con él. Le avisaron a Sísera que Barac, hijo de Abinoam, se había dirigido al monte Tabor. Sísera reunió entonces a todos sus carros de hierro que llegaban a novecientos, como también a sus tropas, y vinieron de Haroset-ha-Goyim hasta el torrente de Quisón. Débora dijo entonces a Barac: «Ha llegado el momento, hoy mismo Yavé pondrá a Sísera en tus manos. ¿No marcha Yavé delante de ti?» Barac bajó del monte Tabor seguido de sus diez mil hombres, y Yavé hizo que derrotara a Sísera, a todos sus carros y todo su ejército; el mismo Sísera se bajó de su carro y huyó a pie. Barac salió en persecución de los carros y del ejército hasta Haroset-ha-Goyim, y todo el ejército de Sísera cayó bajo el filo de la espada; nadie escapó.
Sísera había huido a pie hasta la tienda de Yael, mujer de Jeber el quenita, porque reinaba la paz entre Yabin, rey de Hasor, y Jeber el quenita. Este Jeber acampaba cerca de la Encina de Saananim, al lado de Cadés, después de separarse de los otros quenitas descendientes de Jobab, cuñado de Moisés. Yael salió al encuentro de Sísera y le dijo: «¡Ven para acá, señor. Ven para acá, no tengas miedo!» Fue donde ella, entró en su tienda y ella lo tapó con una manta. El le dijo: «Dame un poco de agua para beber porque tengo sed». Ella tomó un tiesto con leche y le dio de beber, luego lo volvió a tapar. El le dijo: «Quédate a la entrada de la tienda, y si alguien te pregunta si hay aquí alguna persona, respóndele que nadie». Pero Yael, mujer de Jeber, tomó una de las estacas de la tienda junto con un martillo, y acercándose suavemente por detrás de él le enterró la estaca en la sien con tal fuerza que se clavó en la tierra. El dormía profundamente porque estaba muy cansado, y así fue como murió. Cuando llegó Barac persiguiendo a Sísera, Yael salió a su encuentro y le dijo: «Entra que te voy a mostrar al hombre que buscas». Entró y vio a Sísera muerto, tendido en el suelo con la estaca en la sien.
Ese día Dios humilló a Yabín, rey de Canaán, ante los israelitas. La mano de los israelitas se volvió cada vez más pesada para Yabín, rey de Canaán, hasta que lograron deshacerse de él.

Cántico de Moisés Cantemus Domino
Exodo 15:1-6, 11-13, 17-18

Cantaré al Señor, porque es excelso y sublime; *
caballos y jinetes ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi refugio es el Señor; *
él se hizo mi Salvador.
El es mi Dios; yo lo alabaré; *
el Dios de mis padres; yo lo ensalzaré.
El Señor es valiente en la batalla: *
su Nombre es YAHVÉ.
Los carros de Faraón y su ejército precipitó en el mar; *
lo mejor de los escuderos se lo tragó el Mar Rojo.
Los cubrió el abismo; *
hasta el fondo cayeron como piedra.
Tu diestra, Señor, es gloriosa en su fuerza; *
tu diestra, Señor, aplasta al enemigo.
¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, glorioso en santidad, *
venerado por sus hazañas loables, hacedor de maravillas?
Tendiste tu diestra; *
se los tragó la tierra.
Guiaste con tu misericordia al pueblo rescatado: *
lo llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
Lo introduces y lo plantas *
en el monte de tu heredad,
El lugar de descanso que te has preparado, *
el santuario, Señor, que tus manos fundaron.
El Señor reinará *
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Hechos 1:15-26
Uno de aquellos días, Pedro tomó la palabra en medio de los discípulos —había allí como ciento veinte personas—, y les dijo: «Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura, pues el Espíritu Santo había anunciado por boca de David lo que hizo Judas; este hombre, que guió a los que prendieron a Jesús, era uno de nuestro grupo y había sido llamado a compartir nuestro ministerio común. —Sabemos que con el salario de su maldad se compró un campo, se tiró de cabeza, su cuerpo se reventó y se desparramaron sus entrañas. Este hecho fue conocido por todos los habitantes de Jerusalén, que llamaron a aquel campo, en su lengua, Hakeldamá, que significa: Campo de Sangre—. Esto estaba escrito en el libro de los Salmos: Que su morada quede desierta y que nadie habite en ella. Y también está escrito: Que otro ocupe su cargo. Tenemos, pues, que escoger a un hombre de entre los que anduvieron con nosotros durante todo el tiempo en que el Señor Jesús actuó en medio de nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue llevado de nuestro lado. Uno de ellos deberá ser, junto con nosotros, testigo de su resurrección.» Presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías. Entonces oraron así: «Tú, Señor, conoces el corazón de todos. Múestranos a cuál de los dos has elegido para ocupar este cargo y recibir este ministerio y apostolado del que Judas se retiró para ir al lugar que le correspondía.» Echaron a suertes entre ellos y le tocó a Matías, que fue agregado a los once apóstoles.

Gloria a Dios Gloria in excelsis

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendicimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre:
Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
Tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
Tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros:
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

A
Señor, muéstranos tu misericordia;
Y concédenos tu salvación.
Reviste a tus ministros de justicia;
Que cante tu pueblo de júbilo.
Establece, Señor, la paz en todo el mundo;
Porque sólo en ti vivimos seguros.
Protege, Señor, a esta nación;
Y guíanos por la senda de justicia y de verdad.
Que se conozcan en la tierra tus caminos;
Y entre los pueblos tu salvación.
Señor, que no se olvide a los necesitados;
Ni se arranque la esperanza a los pobres.
Señor, crea en nosotros un corazón limpio;
Y susténtanos con tu Santo Espíritu.

Oh Dios, protector de cuantos en ti confían, sin quien nada es fuerte, nada es santo: Multiplica en nosotros tu misericordia, a fin de que, bajo tu dirección y guía, nos sirvamos de los bienes temporales, de tal manera que no perdamos los eternos; por Jesucristo nuestro Señor que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, conocerte es vida eterna, y servirte, plena libertad: Defiende a estos tus humildes siervos de todos los asaltos de nuestros enemigos; para que, confiados en tu protección, no temamos la fuerza de ningún adversario; por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Señor Jesucristo, tú extendiste tus brazos amorosos sobre el cruel madero de la cruz, para estrechar a todos los seres humanos en tu abrazo salvador: Revístenos con tu Espíritu de tal manera que, extendiendo nuestras manos en amor, llevemos a quienes no te conocen a reconocerte y amarte; por el honor de tu Nombre. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias

Oración de San Juan Crisóstomo
Dios todopoderoso, que nos diste la gracia para unirnos en este momento, a fin de ofrecerte nuestras súplicas en común; y que, por tu muy amado Hijo, nos prometiste que, cuando dos o tres se congregan en su Nombre, tú estarás en medio de ellos: Realiza ahora, Señor, nuestros deseos y peticiones como mejor nos convenga; y concédenos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero, la vida eterna. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos nosotros, ahora y siempre. Amén. 2 Corintios 13:14


Oficio para el Mediodía

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 119 Lucerna pedibus meis

Lámpara es a mis pies tu palabra, *
y lumbrera en mi camino.
He jurado y estoy resuelto *
a guardar tus rectos juicios.
Afligido estoy en gran manera; *
vivifícame, oh Señor, conforme a tu palabra.
Acepta, oh Señor, la ofrenda voluntaria de mis labios, *
y enséñame tus juicios.
Mi vida está siempre en peligro; *
por tanto no olvido tu ley.
Me tendieron lazo los malvados, *
pero yo no me desvié de tus mandamientos.
Son tus decretos mi herencia eterna, *
en verdad, el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos, *
eternamente y hasta el fin.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:5
Demos gracias a Dios.

Demos gracias a Dios.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración;
Y llegue a ti nuestro clamor.

Salvador todopoderoso, que al mediodía llamaste a tu siervo San Pablo para ser un apóstol a los gentiles: Te rogamos que ilumines al mundo con el resplandor de tu gloria, para que todas las naciones vengan y te adoren; tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Se puede ofrecer intercesiones libres.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.


Oración Vespertina Diaria

Gracia y paz a ustedes, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Filipenses 1:2

Confesión de Pecado
Dios de misericordia, confesamos que hemos pecado contra ti por pensamiento, palabra y obra, por lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. No te hemos amado con todo el corazón; no hemos amado a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sincera y humildemente nos arrepentimos. Por amor de tu Hijo Jesucristo, ten piedad de nosotros y perdónanos; así tu voluntad será nuestra alegría y andaremos por tus caminos, para gloria de tu Nombre. Amén.

Dios omnipotente tenga misericordia de nosotros, perdone todos nuestros pecados por Jesucristo nuestro Señor, nos fortalezca en toda bondad y por el poder del Espíritu Santo, nos conserve en la vida eterna. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Luz Alegrante Phos hilaron
Luz alegrante,
claridad pura del sempiterno Padre celestial,
Jesucristo, santo y bendito:

Ahora que hemos llegado al ocaso del sol,
y nuestros ojos miran la luz vespertina,
te alabamos con himnos, oh Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo.

Digno eres de ser alabado en todos los tiempos
con voces gozosas,
oh Hijo de Dios, Dador de la vida;
por tanto te glorifica el universo entero.

Salmo 74
¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? *
¿Por qué se ha encendido tu ira
contra las ovejas de tu prado?
Acuérdate de tu congregación,
que adquiriste desde tiempos antiguos, *
de la tribu que redimiste para herencia tuya,
y del monte Sión donde pusiste tu morada.
Vuelve tus pasos hacia las ruinas interminables; *
el enemigo ha arrasado del todo tu santuario.
Rugieron tus adversarios en medio de tus asambleas; *
plantaron sus estandartes en señal de victoria.
Eran como los que levantan el hacha en medio del bosque; *
con hachuelas y martillos quebraron todas tus entalladuras.
Han puesto fuego a tu santuario; *
han profanado la morada de tu
Nombre, echándola por tierra.
Dijeron en su corazón: "Destruyámoslos por completo". *
Han quemado todas las asambleas de Dios en la tierra.
Para nosotros no hay señales que podamos ver;
ya no queda ningún profeta; *
ninguno entre nosotros sabe hasta cuándo.
¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el adversario? *
¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu Nombre?
¿Por qué retraes tu mano? *
¿Por qué escondes tu diestra en el pecho?
Empero, oh Dios, tú eres mi Rey desde tiempo antiguo, *
victorioso en medio de la tierra.
Dividiste el mar con tu poder; *
quebrantaste la cabeza del dragón sobre las aguas.
Tú aplastaste las cabezas de Leviatán; *
lo diste por comida a los moradores del desierto.
Tú hendiste manantiales y torrentes; *
secaste ríos inagotables.
Tuyo es el día, tuya también la noche; *
tú estableciste la luna y el sol.
Tú fijaste todos los linderos de la tierra; *
el verano y el invierno tú los formaste.
Acuérdate, oh Señor, de cómo el enemigo se ha burlado, *
de cómo un pueblo insensato ha despreciado tu Nombre.
No entregues a las fieras la vida de tu paloma; *
no olvides jamás la vida de tus afligidos.
Considera tu pacto; *
los lugares tenebrosos de la tierra
son madrigueras de violencia.
No vuelva avergonzado el oprimido; *
que el pobre y el menesteroso alaben tu Nombre.
Levántate, oh Dios; aboga tu causa; *
acuérdate de cómo el insensato te ultraja todo el día.
No olvides el clamor de tus adversarios, *
el tumulto inagotable de los que se rebelan contra ti.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

San Mateo 27:55-66
También estaban allí, observándolo todo, algunas mujeres que desde Galilea habían seguido a Jesús para servirlo. 56 Entre ellas estaban María Magdalena, María, madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Siendo ya tarde, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y el gobernador ordenó que se lo entregaran. José tomó entonces el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo colocó en el sepulcro nuevo que se había hecho excavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra sobre la entrada del sepulcro y se fue. Mientras tanto, María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro. Al día siguiente (el día después de la Preparación de la Pascua), los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron a Pilato y le dijeron: «Señor, nos hemos acordado que ese mentiroso dijo cuando aún vivía: Después de tres días resucitaré. Ordena, pues, que sea asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Este sería un engaño más perjudicial que el primero.» Pilato les respondió: «Ahí tienen una guardia. Vayan ustedes y tomen todas las precauciones que crean convenientes.» Ellos, pues, fueron al sepulcro y lo aseguraron. Sellaron la piedra que cerraba la entrada y pusieron guardia.

Cántico de María Magnificat
San Lucas 1:46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, *
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, *
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su Nombre es santo.
Su misericordia llega a sus fieles, *
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo; *
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos, *
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes, *
y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, *
acordándose de la misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres, *
en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.

Plegarias

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino,
tuyo es el poder,
y tuya es la gloria,
ahora y por siempre. Amén.

Que esta noche sea santa, buena y pacífica,
Te rogamos, Señor.
Que tus santos ángeles nos conduzcan por los senderos de paz y de benevolencia,
Te rogamos, Señor.
Que nos perdones y absuelvas de nuestros pecados y ofensas,
Te rogamos, Señor.
Que haya paz para tu Iglesia y para todo el mundo,
Te rogamos, Señor.
Que partamos de esta vida en tu fe y temor, y no seamos condenados ante el gran tribunal de Cristo.
Te rogamos, Señor.
Que tu Espíritu Santo nos una en la comunión de todos tus santos, encomendándonos los unos a los otros y toda nuestra vida a Cristo,
Te rogamos, Señor.

Oh Dios, protector de cuantos en ti confían, sin quien nada es fuerte, nada es santo: Multiplica en nosotros tu misericordia, a fin de que, bajo tu dirección y guía, nos sirvamos de los bienes temporales, de tal manera que no perdamos los eternos; por Jesucristo nuestro Señor que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Quédate con nosotros, Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones, y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén.

Vela, oh amantísimo Señor, con los que trabajan, o velan, o lloran esta noche. A tus ángeles manda que guarden a los que duermen. Cuida a los enfermos, Cristo Señor; otorga reposo a los cansados, bendice a los moribundos, consuela a los que sufren, compadécete de los afligidos, escuda a los gozosos. Todo esto te pedimos por tu gran amor. Amén.

Puede seguir intercesiones y acciones de gracias.

Acción de Gracias en General
Dios omnipotente, Padre de toda misericordia, nosotros, indignos siervos tuyos, humildemente te damos gracias por todo tu amor y benignidad a nosotros y a todos los seres humanos. Te bendecimos por nuestra creación, preservación y todas las bendiciones de esta vida; pero sobre todo por tu amor inmensurable en la redención del mundo por nuestro Señor Jesucristo; por los medios de gracia, y la esperanza de gloria. Y te suplicamos nos hagas conscientes de tus bondades de tal manera que, con un corazón verdaderamente agradecido, proclamemos tus alabanzas, no sólo con nuestros labios, sino también con nuestras vidas, entregándonos a tu servicio y caminando en tu presencia, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida; por Jesucristo nuestro Señor, a quien, contigo y el Espíritu Santo, sea todo honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Gloria a Dios, cuyo poder, actuando en nosotros, puede realizar todas las cosas infinitamente mejor de lo que podemos pedir o pensar: Gloria a él en la Iglesia de generación en generación, y en Cristo Jesús por los siglos de los siglos. Amén. Efesios 3:20, 21

Oficio de Completas

El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y un perfecto fin. Amén.

Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor;
Que hizo el cielo y la tierra.

Confesión
Dios todopoderoso, nuestro Padre celestial:
Hemos pecado contra ti,
por nuestra propia culpa,
por pensamiento, palabra y obra,
y por lo que hemos dejado de hacer.
Por amor de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo,
perdona nuestras ofensas
y concédenos que te sirvamos
en novedad de vida,
para gloria de tu Nombre. Amén

Que el Dios todopoderoso nos conceda el perdón de todos nuestros pecados, y la gracia y fortaleza del Espíritu Santo. Amén.

Oh Dios, dígnate librarnos.
Señor, apresúrate a socorrernos.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!

Salmo 31 In te, Domine, speravi
En ti, oh Señor, he esperado; *
no sea yo avergonzado jamás;
líbrame en tu justicia.
Inclina a mí tu oído; *
apresúrate a librarme.
Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme;
porque tú eres mi risco y mi castillo; *
por tu Nombre me guiarás y me encaminarás.
Me sacarás de la red que han escondido para mí, *
pues tú eres mi refugio.
En tu mano encomiendo mi espíritu; *
tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.

Salmo 134 Ecce nunc
Y ahora bendigan al Señor, siervos todos del Señor, *
los que de noche están de pie en la casa del Señor.
Eleven las manos hacia el santuario, y bendigan al Señor. *
El Señor que hizo los cielos y la tierra, te bendiga desde Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Sean sobrios, y velen; porque su adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistan firmes en la fe. 1 San Pedro 5:8-9a
Demos gracias a Dios.

Puede cantarse un himno adecuado para la noche.

En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad.
Guárdanos, oh Señor, como a la niña de tus ojos;
Escóndenos bajo la sombra de tus alas.

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.

Visita, oh Señor, este lugar, y ahuyenta de él todas las asechanzas del enemigo; que tus santos ángeles moren con nosotros para preservarnos en paz; y que tu bendición sea siempre sobre nosotros; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oh Dios, tu providencia inagotable sustenta al mundo en que vivimos y aun nuestra propia vida: Vela, de día y de noche, por los que trabajan mientras otros duermen, y concede que jamás olvidemos que nuestra vida común depende de nuestras faenas mutuas; por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

Puede observarse una pausa, durante la cual se puede ofrecer intercesiones y acciones de gracias espontáneas.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Ahora despides, Señor, a tu siervo, *
conforme a tu palabra, en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, *
a quien has presentado ante todos los pueblos:
Luz para alumbrar a las naciones, *
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo: *
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Guíanos, Señor, despiertos, y guárdanos mientras dormimos; que despiertos velemos con Cristo, y dormidos descansemos en paz.

Bendigamos al Señor.
Demos gracias a Dios.

Que el Señor omnipotente y misericordioso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos bendiga y nos guarde. Amén.

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